martes, febrero 3

Tarde de Luchas

Super Porky
El sábado por la noche fui a las luchas con el Mandaro, Amir (su respectiva chica) y Naty, so pretexto de hacer un pequeño scouting para un documental sobre personajes típicos de las luchas. La locación fue la arena Xochimilco, lugar que aún conserva un aire típico de barrio (sí, a unas cuadras de las trajineras). El cartel de lujo lo encabezaba Super Porky (mi heróe de la infancia junto con Super Muñeco) el Dandy, y el Hijo de Anibal (los técnicos). Todos ellos contra el Dr. Markus, la Muerte y Landru (los rudos, los rudos , los ruudos!!!). Me sorprendió mucho ver a Super Porky más gordo que nunca (cualquier día le da un ataque... dijo el Mandaro). Y a pesar de que el tipo ya no tiene la elasticidad de antaño, sigue siendo el luchador más cagado de todos (hace mofa de su gordura con gags típicos de un clown: primero expone su gordo trasero en la cara de su contrincante un par de veces; luego remata en el mejor estilo de Alfonso Sayas volteándose y lanzando un par de piquetes siendo el beneplácito de todos los concurrentes).
Llamó la atención el fotógrafo de las luchas, un hombre con un solo ojo, cíclope de la prensa deportiva (el otro lo tenía parchado) y un fanático de los luchadores rudos que llevaba una playera amarilla que decía 1000% rudo, siempre muy serio, como si se tratase de un embajador o un influyente.
No faltó la clásica señora de 70 años (técnica) que gritó sin pudor a los malos : -¡Hijos de su chingada madre! ¡Mátalo!- El momento cumbre fue cuando todo el público gritó -¡beso, beso, beso!- debido a que esta anciana fue al baño y pasó cerca de uno de los viejos del bando rudo (un hombre que hacía sonar una campana cada que Dragón Mágico y Troll ganaban el asalto). Se traían tirria desde el inicio de la lucha (se la mentaban mutuamente) pero cuando estuvieron cerca, pudo escucharse los violines entonando love is in the air sin que no pasará nada más allá de un ligero coqueteo (él viejo la abrazó pero no se atrevió a darle un beso).
Naty, por su parte, estaba fascinada (nunca había ido a las luchas), y todos los viejos trucos de los luchadores (Rey Vikingo tomando una silla de las gradas para estrellarla contra la cabeza de Robot Man) le parecieron sublimes.
De mi parte solo puedo decir que me la pasé bien y no alcancé el mismo nivel de éxtasis que el resto del grupo pareció disfrutar (el Mandaro no se cansaba de decir - ¡no mames, que buena noche, que bueno que vinimos a las luchas!)
En realidad me sentía un poco celoso porque no me habían incluído en el crew del documental (invitación que luego me hicieron). Tanto era así que no tenía muchas ganas de seguir la fiesta. Sin embargo, no contaba con la ya clásica vuelta de tuerca fiestera que siempre me asalta estando ya a unas cuantas cuadras de mi casa. El chamuco se apoderó de mí y cambié de opinión. De buenas a primeras fuimos a la bodega de los Cañibe para celebrar el cumpleaños número 28 (¿?) de Ximena, la del c.c.c.
Ando en tacha
En la fiesta estaba la gente suficiente como para no asfixiarte (no más de 50), un disco móvil y los vecinos de la casa Jaguar: Elisa con su nuevo novio el bien ponderado y pacheco Daniel Jacobs (compañero junto con Mao Lule de viejas correrías nocturnas allá por los 90's), el español Mark Velver (bizarro de Val Kilmer) y el muy buen Honorato Magaloni, que al verme me dio un fuerte abrazo y un beso en la mejilla que hubiese sonrojado al menos puritado (en Argentina estaría bien visto, por ejemplo) -Ando en tacha- dijo.
Ximena, la festejada, se acercó y me felicitó por El Otro José subiéndome el ego al grado de ponerme a bailar -bate que bate el chocolate-.
Abrazé a la novia de Amir solo para darle celos y bailé con Elisa como por veinte minutos sin ningún tipo de ritmo establecido, saltando y moviendo las manos como si tuviera una especie de ataque. Debo confesar que eso me puso muy mal. Yo no sé si se deba a mi falta de condición física, o a que soy alérgico al polvo, pero juro que ví pasar toda mi vida en cuestión de segundos. Mi garganta se cerró por más de media hora sin poder respirar (¡coño! - pensé - ¡y eso que he dejado de fumar!), me sentí mejor cuando dejé la fiesta. Acabamos en el ya tradicional "Pedro Infante no ha muerto" cantando en el karaoke Y a lo pasado pasadomla puerta de Alcalá, y un montón de éxitos que abrieron mis pulmones sin tener que beber ni una sola gota de alcohol. Todo acabó hasta las 6 y media de la madrugada momento en que llegué a mi alcoba y me puse a mirar una película.
Una llamada
Como a eso de la una de la madrugada, estando todavía en la bodega de los Cañibe, ella habló a mi celular simplemente para saludar. Tuve que salir a la calle porque no entendía lo que decía (SE ESCUCHABA UN POCO LEJANA). Prometimos vernos a la tarde siguiente, pues debido a su chamba (y otras cosas) no nos habíamos visto como en tres o cuatro dias.
Te mando un beso donde quiera que estés.